A fines del año de 1520, después de haber sufrido una dolorosa derrota frente a los aztecas o mexicas en la llamada Noche Triste, el comandante español Hernán Cortés ideó una original estrategia para apoderarse de la capital del Imperio de Moctezuma.

Tomando en cuenta que Tenochtitlan era una isla conectada con tierra firme por tres calzadas principales y que los mexicas se transportaban mayoritariamente por medio de canoas, Cortés decidió emprender un asedio simultáneo por agua y tierra. Para lograrlo decidió construir 13 bergantines (embarcaciones de dos mástiles, con bauprés y velas cuadradas), empleando todos aquellos materiales que pudo rescatar de los galeones que trajeron a su expedición desde la isla de Cuba. He aquí la historia de esta original hazaña náutica del conquistador de México.

Construcción de los bergantines

Para lograr su ambicioso plan, el Comandante español Hernando Cortés mandó traer de la Villa Rica de Veracruz anclas, clavos, estopas, velas, cables y jarcias, además de calderos para hacer la brea y cuanto pudiera rescatar de los galeones desmantelados de su expedición, y designó al carpintero de la marina Martín López para hacerse cargo de la construcción de las embarcaciones. López se internó en un bosque cercano para obtener madera de encino, roble y pino, necesaria para la construcción de los bergantines.

En unas cuantas semanas, indígenas de Tlaxcala, dirigidos por el carpintero español, construyeron 13 magníficos bergantines, con cerca de 12 metros de largo, y dos hileras de seis remos en cada lado, los cuales tenían un calado máximo de 60 centímetros, para garantizar que pudieran navegar en las aguas poco profundas del lago de Texcoco. Cada nave tenía capacidad para transportar a 25 hombres, y en la proa estaba dispuesto el espacio para alojar una pieza ligera de artillería.

Terminada su construcción, los buques fueron probados en una presa del Río Zahuapan, en Tlaxcala, después de lo cual serían desmantelados para iniciar su transportación hacia el lago de Texcoco. Un nutrido grupo de indígenas, valiéndose de andas o parihuelas, llevó a cabo lo que parecía imposible: el traslado de los trece bergantines desarmados, por llanos y bosques, atravesando tierras enemigas y sorteando todo tipo de obstáculos y peligros, hasta su lugar de destino en el poblado de Texcoco. Los encargados del traslado fueron en todo momento protegidos por 200 soldados, 20 escopeteros y ballesteros, además de 15 jinetes, todos ellos comandados por Gonzalo de Sandoval.

En Texcoco el comandante español mandó construir una especie dique seco, en el que se llevó a cabo el armado de los buques, además de un canal que permitiría hacerlos llegar hasta el lago.

El sitio

El 30 de mayo de 1521, Cortés emprendió el sitio de la capital mexica. La primera confrontación se dio en la sureña ciudad de Iztapalapa, donde combatieron por tierra la guarnición de Sandoval y por agua Cortés con los bergantines, comprobando la eficacia de la nueva arma náutica, pues logró desbaratar una flota mexica que pasaba de 500 canoas.

Por medio de los bergantines, Cortés reforzó el cerco establecido en torno a Tenochtitlan, al impedir la salida de canoas de la ciudad, que podrían haber abastecido de alimentos a la población, que pronto empezaría a sentir los estragos del hambre y la sed.

Se consuma la conquista

Por último, el 13 de agosto, perdida toda esperanza de victoria para los mexicas, el monarca Cuitláhuac abordó una piragua para intentar huir, pero fue sorprendido por el Capitán García Olguín, quien viajaba a bordo de uno de los bergantines.

Llevado ante Cortés, el tlatoani de los mexicas ordenó a los pocos defensores que quedaban en pie que se rindieran ante los españoles. Aquel día se consumaba la conquista de la que fuera la más poderosa nación de Mesoamérica. La incorporación de un conjunto de embarcaciones fabricadas ex profeso por el conquistador, había sido decisiva para la victoria española.