Don Vicente Riva Palacio, héroe, poeta y guerrero

Un tiempo único

El siglo XIX representa en la historia de nuestro país, el tiempo en que se forjó la nación mexicana, después de su feliz nacimiento en septiembre de 1821. Se trata de un tiempo único e irrepetible, en el que una diversidad de personajes condujeron los destinos de México, inspirados en la riqueza cultural de sus antepasados indígenas y en las utopías que habían guiado los movimientos revolucionarios más destacados del mundo, como la Independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa.

Cuando nos adentramos en la vida de estos personajes que delinearon los proyectos de la nación, encabezando su realización, nos llevamos muy gratas sorpresas, al encontrar que se trata en muchos de los casos, de hombres íntegros, poseedores de las más altas virtudes y de una vasta cultura que les permitía imaginar los mejores escenarios y estrategias para el futuro de México.


Riva Palacio, liberal y patriota

Uno de estos hombres es, sin duda, Vicente Riva Palacio, quien naciera en 1832 y fuera nieto del prócer de la Independencia Vicente Guerrero. Tras estudiar en el afamado Colegio de San Gregorio, se graduó como abogado, ejerciendo la profesión en sus primeros años de vida laboral. Muy pronto entró a la escena política, al formar parte del Congreso Constituyente que elaboró la célebre constitución liberal que cambiaría el destino de México.

Dispuesto a defender con las armas la recién promulgada constitución, Vicente se incorporó a la lucha en contra de los conservadores que se habían rebelado en contra del gobierno legítimo del liberal Ignacio Comonfort, en diciembre de 1857. Su brillante desempeño en esta contienda le valdría recibir el nombramiento de Coronel. Tras el triunfo de la causa liberal, México fue invadido por un ejército del monarca francés Napoleón III en 1862, por lo que Riva Palacio se incorporó una vez más al ejército mexicano, participando en importantes batallas en contra del invasor.

Al año siguiente, cuando el ejército napoleónico se apoderó de la capital de México, acompañó al presidente Benito Juárez en su exilio hacia el Norte. Pero en medio de las actividades militares, Riva Palacio fundó uno de los primeros periódicos que se opondrían al gobierno invasor, que llevaría por nombre El Monarca, periódico soberano y de origen divino. Con esta publicación, Riva Palacio emprendía su faceta de escritor y periodista. Sus escritos solían estar impregnados de ingeniosas sátiras y expresiones humorísticas, que hacían burla de los invasores franceses y de los monarquistas mexicanos.


Riva Palacio, periodista y ministro

En 1864 recibió de Juárez el nombramiento de general de Brigada y el de Gobernador de Michoacán, pero no cejó en su actividad periodística. Pronto creó otro periódico de sátira hacia el Imperio de Maximiliano, que llevaba por nombre El Pito Real, en el cual, por cierto, publicó sus famosos versos de “Adiós mamá Carlota”, con los que se mofaba de la Emperatriz, quien se había embarcado con destino a Europa para buscar apoyo para su decadente gobierno imperial, versos que pronto serían musicalizados e interpretados por los soldados liberales para darse valor antes de entrar en batalla.

Después de participar en la célebre Batalla de Querétaro, que significó la derrota definitiva de Maximiliano de Habsburgo en mayo de 1867, Riva Palacio se incorporó a sus actividades profesionales y fundó uno de los más importantes periódicos de su tiempo, La Orquesta, que se presentaba como “periódico mexicano, omniscio (poseedor de sabiduría), de buen humor y con caricaturas”.

Al ser electo Porfirio Díaz presidente de México, después de haber perpetrado un golpe militar, Riva Palacio recibió el nombramiento de Ministro de Fomento, Colonización e Industria en 1877, cargo en el que desarrolló una febril actividad de impulso a la industria y a la urbanización de México, contando entre sus logros la fundación del Observatorio Astronómico Nacional en el Castillo de Chapultepec y la creación de los magníficos monumentos a Cristóbal Colón y Cuauhtémoc, que hoy engalanan al Paseo de la Reforma en la ciudad capital.

En tres ocasiones, Riva Palacio pretendió ser candidato a la presidencia, pero el general Díaz hizo gala de sus mejores argucias para impedirlo, llegando al extremo de encarcelarlo sin causa alguna en 1883.


México a través de los siglos

En los años siguientes, Riva Palacio emprendió la realización de la que llegaría a ser su obra cumbre en el campo de la literatura y la historia, México a través de los siglos. Se trataba de un compendio de la historia de México en 5 tomos, que abarcaba desde la antigüedad hasta el presente en que el vivió. Por primera vez, los mexicanos podrían conocer el pasado de su nación, narrado por algunos de los más destacados historiadores de su tiempo.

Otros de los grandes aportes literarios de Riva Palacio serían sus célebres novelas históricas, entre las que se cuentan Martín Garatuza y Monja, casada, virgen y mártir, algunas de ellas inspiradas en los procesos que llevó la Santa Inquisición en la época colonial, con lo cual pretendía exponer ante los mexicanos los crueles actos perpetrados en nombre de la religión católica, buscando con ello promover el apoyo de la población mexicana hacia las reformas creadas por los gobiernos liberales, para despojar a la Iglesia de sus bienes terrenales y su poder político.

En 1886 el escritor recibió el nombramiento de Embajador Plenipotenciario en España y Portugal, por lo que a partir de aquella fecha y hasta su muerte, viviría en Madrid, ejerciendo esta labor y continuando con la escritura de sus obras literarias.


Morir en Madrid

En uno de sus viajes entre México y España, y encontrándose en un puerto de la isla de Cuba, Riva Palacio disfrutó de uno de sus platillos favoritos, el pescado al mojo de ajo, pero ante la necesidad de llegar a tiempo antes de que zarpara su embarcación, el escritor se tragó una espina de pescado que quedó obstruyendo su esófago, por lo que al llegar a Madrid tuvo que ser operado. Pero el daño causado terminó por provocar la muerte, el 22 de noviembre de 1896, de uno de los más lúcidos y brillantes escritores y dirigentes políticos de la historia de nuestro país.


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Adiós mamá Carlota

La vida de Vicente Riva Palacio trascendió en México, no solamente por su gran obra de recopilación e interpretación de la historia de nuestro país que llevaba por nombre México a través de los siglos y por sus célebres novelas históricas en que daba a conocer los crímenes de la Inquisición. También por una sencilla composición poética que llegaría a ser conocida por el pueblo de México como “Adiós mamá Carlota”.

Cuentan quienes presenciaron este hecho, qué a mediados de 1866, encontrándose el general Riva Palacio en su campamento militar en Michoacán, recibió una carta que informaba que la emperatriz Carlota se había embarcado rumbo a Europa, para buscar ayuda militar y pecuniaria para su imperio mexicano. Al enterarse de esto, el general se quedó pensativo, mientras saboreaba su café. De pronto se levantó de la mesa y ordenó a su secretario: -Ahijado, traiga usted papel y pluma y escriba lo que voy a dictarle. Enseguida Riva Palacio comenzó a dictar sus espontáneos e ingeniosos versos:

Alegre el marinero
Con voz pausada canta,
Y el ancla ya levanta
Con extraño rumor.
La nave va en los mares,
Botando cual pelota:
Adiós, Mamá Carlota,
Adiós, mi tierno amor.


Los satíricos versos de Riva Palacio causaron sensación entre los liberales y, muy en especial en la tropa, por lo que pronto fueron musicalizados, siendo cantados por los soldados antes de entrar en batalla, como una especie de himno de guerra.


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